Sí, todos soñamos con el último modelo de AlienWare, ROG, Predator, Omen, MSI o de alguna de las demás marcas especializadas en PCs para juegos; sin embargo, en la mayoría de las veces, no contamos con el dinero para lograr la configuración deseada y tener el rendimiento que queremos.
Pero, para no quedarnos con las ganas de entrar en lo mejor del battlefront o que se nos vuelva a congelar el video en medio de la batalla en los shooters, a continuación compartimos algunas recomendaciones de qué adquirir y cómo hacer que nuestras máquinas crezcan con el tiempo.
Es la base de nuestro equipo y puede ser una compañera “para toda la vida”. Más allá de usar una caja con un diseño sobresaliente o muchas luces LED, debemos pensar en la practicidad. El tamaño, por un lado, nos sirve para incorporarle más elementos (múltiples tarjetas de video, mayor capacidad de potencia y enfriamiento, etc); pero hace que las posibilidades de transportarlo, el espacio que ocupe en el escritorio y su precio, sean más complejas.
La primera recomendación general que hacemos es buscar el equilibrio: que no sea tan pequeña, qué luego debamos cambiarla a la menor actualización, ni tan grande para que su costo y uso de espacio sean exagerados.
Al ser un componente esencial en nuestra máquina, ya qué está encargada de la estabilidad de todo el sistema, debemos invertir en una buena fuente de potencia. Entre más vatios tenga, mejor, ya que al incluir nuevas piezas, los requerimientos de energía serán más altos. Las tarjetas gráficas consumen entre 400 y 600W, y es buena idea tener margen hacia arriba para poder conectar más dispositivos a nuestro equipo o actualizar los componentes básicos por algunos que tengan mayor consumo.
También es importante el tipo de conectores, su cantidad y las certificaciones de manejo de energía. Limita la elección a las marcas reconocidas para garantizar así la calidad e intenta que las fuentes tengan de 500 vatios en adelante para aumentar su duración en el tiempo.
Equipo que se sobrecaliente, se apaga; y si se sobrecalienta mucho, se quema. Así que ¡pilas con esto! Disipadores con ventiladores de procesador, sistemas de refrigeración líquida y ventilación de la caja de PC son parte de los cientos de soluciones de refrigeración.
Adicional a la variedad, toda refrigeración implica algún tipo de ventilador para introducir aire frío o extraer el caliente, tanto del equipo como de la CPU, así que debemos buscar un término medio entre el ruido que podremos soportar y la temperatura a la que estará el equipo o procesador, sin perder de vista nuestro presupuesto.
Este es el balance más complejo de todo nuestro equipo, ya que en él se crean todos los “cuellos de botella” para el buen funcionamiento. Si contamos con mucha memoria RAM, pero un procesador pobre y una tarjeta de video exigente, el resultado de nuestro equipo será deficiente. Por eso recomendamos crecer poco a poco, y a la par, en los tres componentes.
Una de las inversiones más costosas es un procesador. Para Gaming se recomiendan generalmente Ryzen 5, o superiores en AMD, o Core I5 hacia arriba en Intel. De la velocidad (en MHz) depende el costo de inversión básica, y del tipo de socket que utilizan, si necesitas cambiar de motherboard al actualizarlo o no. La ventaja de AMD es que usa el mismo tamaño de socket para todos sus procesadores, con lo cual puede ir creciendo el sistema sin limitaciones. Intel es algo más selectiva, y los procesadores pequeños tienen un tamaño diferente a los grandes, por lo que hay que reemplazar la tarjeta madre en algún momento de actualización de este componente.
Otro punto a tener en cuenta es el overclocking, que se realiza para aumentar el rendimiento de un subsistema en determinadas aplicaciones. Esto requiere procesadores y tarjetas madre especialmente diseñadas para este fin; en Intel, por lo general, las tarjetas que comienzan por Z y los procesadores que terminan en K son los indicados, mientras que en AMD los procesadores de la serie FX permiten aumentar su frecuencia. No hay que olvidar que, a mayor frecuencia, mayor temperatura y más necesidades de energía y enfriamiento, y menor vida útil de los componentes.
Aunque un equipo convencional en la actualidad emplea, por lo general, 8 Gb de RAM, un gurú de los procesadores nos comentaba que, para el más eficiente funcionamiento de un equipo, por cada core del procesador recomendaba 4 Gb de memoria, es decir que si tenemos un procesador de 4 cores necesitamos 16 Gb de memoria, mientras que, si tenemos uno de 8, requerimos 32.
Es recomendable comprar la RAM en pares iguales para aprovechar los dobles canales, aunque los sistemas actuales (y más caros) permiten que se utilicen los módulos de tres en tres (triple canal) o de cuatro en cuatro, para canal cuádruple. También, utilizar la memoria de mayor latencia que reciba la motherboard, ya que una memoria de 1333 MHz funcionará de forma diferente a una de 2133 MHz.
Otro de los “pesos pesados” en la inversión. Entre los puntos a observar están la cantidad de memoria, los tipos de salidas (HDMI, USB-C o DisplayPort), la resolución que se obtiene (de 1080p a 8K) y el tipo de GPU que afectan la relación potencia/precio. El rengo ideal de inversión es de hasta $600.000, aunque si se quiere que la tarjeta nos dure dos o tres años con la mejor calidad, se debe pensar en invertir aproximadamente $1.200.000.
En el primer rango recomendamos la Radeon RX 560 y la GeForce GTX 1050; mientras que, en el siguiente, las Radeon RX 570 y 580 y las GeForce GTX 1650 o GTX 1660. Las diferencias en precio entre las múltiples marcas y versiones que hay en el mercado pueden ser considerables, aunque el aumento de potencia no lo sea en realidad. Por esto es mejor asesorarse por expertos e investigar antes de invertir.
Híbrido o SD, he ahí el dilema. La marca suele ser una guía de calidad; sin embargo, el costo también influye. Si requerimos un almacenamiento mayor a 2TB recomendamos el uso de discos híbridos; pero, si con 1TB nos basta, es mejor hacer una inversión a largo plazo y comprar un SDD.
Una buena calidad de imagen y una gran presentación de color, acompañadas de 24” o más pulgadas, son lo ideal al momento de buscar un monitor para jugar. Los paneles IPS son un estándar, aunque la velocidad de respuesta y el ghosting son un problema por considerar.
Para videojuegos competitivos lo mejor es una pantalla de tipo TN y compatibles con Freesync o G-sync a más de 60 Hz, para lograr una mayor cantidad de FPS, y con ellos una mejor fluidez en los movimientos. Si se quiere algo con mayor calidad, 2k o 4k, el precio sube demasiado; pero con ello, la calidad en la reproducción de los colores y el refresco de pantalla.
Un buen periférico nos acompaña por mucho tiempo; por esta razón debemos recomendar comprar los mejores que el bolsillo nos permita. Unos buenos audífonos podemos usarlos hasta en el celular (eso sí, de cable y salida 3.5 mm para no tener latencia). Los mouse y teclados de alta calidad también podremos cambiarlos de equipo en equipo y nos acompañarán por mucho tiempo.
Estos son apenas algunos de los factores para tener en cuenta. Lo ideal siempre es tener en cuenta nuestras necesidades y balancear nuestro presupuesto de acuerdo a ellas. También cotizar múltiples opciones que, de acuerdo con las opciones del mercado, nos pueden llevar a tener una buena relación costo/beneficio.