Una conversación con el director de ‘Close’, cinta nominada a los Oscars a Mejor Película Internacional que se estrena en Colombia este 23 de febrero.
Con pocos elementos, la película belga ‘Close’ sorprende gracias a su sensibilidad, empatía y conmovedora reflexión sobre la amistad y la infancia. De igual manera, es un retrato elegante y devastador sobre la pérdida de la inocencia, la identidad y la responsabilidad, logrando dejar una huella emocional en el espectador.
En esta historia, Léo y Rémi, de 13 años, son amigos de toda la vida. Tan unidos como hermanos, inseparables. Sin embargo, al comenzar un nuevo año escolar, las presiones de la adolescencia ponen a prueba sus lazos hasta que un suceso impensable los separa, con consecuencias inesperadas y trascendentales.
Detrás de la cinta nominada a Mejor Película Internacional en la 95° edición de los Premios Óscar se encuentra el director y guionista Lukas Dhont, quien habló sobre el proceso de la película, la creación de sus personajes principales, la importancia de narrar a través del movimiento y la conexión con su ópera prima ‘Girl’ (2018).
Cortesía: Cineplex Colombia
Después de Cannes, estuve de gira con la película durante unos 18 meses. También fue seleccionada al Óscar en Lengua Extranjera por Bélgica, así que pasé mucho tiempo en Estados Unidos. Como primera experiencia fue muy emocionante, pero también abrumador. Debo haber pasado por todos los altibajos emocionales durante ese período. Una vez que llegó el momento de pasar a otra cosa, tuve que olvidarme de la película, dejarla en el pasado como una parte de mí.
Cuando finalmente regresé a casa y me senté frente a una página en blanco, fue un shock. Tenía que pensar en un tema del que pudiera hablar con la misma pasión y, en cierto modo, continuar lo que había comenzado con ‘Girl’. Descubrí el cine a través de mi madre, que adoraba ‘Titanic’ (1997), y de mis estudios cinematográficos. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que quería hacer películas íntimas y personales.
Quería probar y explorar cosas que me resultaban inquietantes en mi infancia y adolescencia. En ‘Girl’, mi intención era discutir la identidad y la dificultad de ser uno mismo en una sociedad sostenida por normas sociales y etiquetas. También era una película física, que se centraba en una lucha externa e interna, y quería seguir explorando el tema de la identidad y el conflicto que surge a raíz del cómo eres percibido por los demás. Sobre todo, quería hablar de un tema profundamente personal.
Siento que en cierto modo soy tanto Léo como Rémi. Hay una parte de mí en cada personaje. Primero, determinamos la edad de los actores, un momento muy preciso entre la niñez y la adolescencia: el inicio de la escuela secundaria, el inicio de las preguntas sobre la sexualidad, cambios, la relación de uno con el mundo y cómo estas cosas evolucionan.
El libro ‘Deep Secrets: Boys’ Friendships and the Crisis of Connection’ de la psicóloga Niobe Way, en el que estudia a 150 chicos de 13 a 18 años, fue una gran fuente de inspiración para mí. A los 13 años, los chicos hablan de sus amigos como si fueran las personas que más aman en el mundo. La autora describe cómo todos los años se reunía con cada niño y observaba que se esforzaban, cada vez más, por sacar a relucir la noción de intimidad con sus amigos varones. Este libro me ayudó a comprender que no era el único joven gay que creció luchando con el aspecto íntimo de la amistad.
Con respecto al personaje principal, Léo, quería que tuviera miedo de cómo los demás podrían percibir su amistad como algo sexual. Su amigo Rémi está lidiando con los mismos prejuicios, pero no le importa y no hace nada para cambiar su comportamiento. Léo es enormemente importante para él; lo ama profundamente y no entiende su cambio de actitud. Hay algo de mí en ambos personajes; aunque la forma en que tiendo a ver las cosas está más acentuado en Léo. Rémi, por otro lado, representa a aquellas personas que intentaron mantenerse fieles para ellos mismos.
Sí, creo que sí. Me di cuenta durante mis estudios de cine. Mientras todos los otros estudiantes estaban haciendo prácticas en producciones cinematográficas, hice prácticas con coreógrafos.
Si soy honesto, yo no quería ser director. Mi ambición era ser bailarín; pero renuncié a ese sueño cuando tenía 13 años porque me daba vergüenza. Cuando bailaba me sentía juzgado y no tenía la fuerza para que no me importara lo que pensaran los demás. Sin embargo, cuando estaba bailando llegué a expresarme; ser verdaderamente yo mismo.
Toda esa experiencia me dejó casi una herida física, pero a pesar de todo eso siempre me he mantenido cerca de coreógrafos y bailarines. Escribir me dio otra forma de canalizar este deseo. Me di cuenta de que me resultaba más difícil expresarme a través de palabras que con el movimiento y la danza.
Esta es solo mi segunda película, así que me estoy cuestionando más y creo que mis películas incorporan el movimiento como mi medio de comunicación. Cuando escribo, las palabras a menudo tienden a traducirse en intenciones corpóreas. En ‘Close’, quería que los chicos estuvieran lo más cerca posible en la cama. Estas son imágenes que rara vez llegamos a ver. Esta cercanía entre dos chicos es casi ajena a nosotros.
El sentido de responsabilidad central en la película también es algo extremadamente físico, como una carga interna. Me atrajo el hockey sobre hielo, por lo que representa en términos de masculinidad y brutalidad y, en la segunda mitad de la película, vemos que le da una razón a Léo para usar un casco, una jaula de alambre que cubre su rostro. Este disfraz fue interesante porque encierra, enmascara y pesa sobre el movimiento de una persona. En mis películas, me encanta comunicar a través de imágenes, movimientos e incluso a través del sonido.
Vengo de un pequeño pueblo en medio del campo. Ese es el mundo en el que crecí, corriendo por los campos. La granja de flores se basa en la de mi pueblo. Sentí que era importante que los campos de flores transmitieran una fragilidad que contrastara con el mundo del hockey sobre hielo.
La familia de Léo trabaja en este colorido ambiente que proyecta una particular noción de infancia, y es un paisaje que cambia con las estaciones. Cuando el otoño llega, se cortan las flores, lo cual es un acto bastante violento, y los colores desaparecen. El cambio de estación crea también una clara ruptura entre los colores de la infancia y los terrosos tonos marrones y negros. Tenía mucho interés en enfatizar estos contrastes para transmitir el duelo de un niño.
Después del invierno, las flores se replantan y los colores regresan, presagiando esperanza y la promesa de que la vida continua. Desde el principio queríamos utilizar el color como recurso estético.
En cuanto a la creación de las familias, todo surgió de una sola imagen que tenía en mi mente al principio del proceso: una madre y su hijo en un automóvil, y el niño incapaz de expresar lo que siente. La escena aún estaba bastante confusa en mi mente, pero sabía que tenía que haber cierto grado de tensión.
La escena de la cena es fundamental y pensamos que sería interesante para uno de los padres perder el control emocional. Vi a Léa Drucker en ‘Jusqu’à la Garde’ (2018) y es una actriz que encuentro increíblemente auténtica. La conocí en 2019 en los Premios César. Ella parecía tan amable, tan dulce, y luego subió al escenario y entregó ese poderoso discurso de aceptación. ¡Sabía que realmente quería trabajar con ella!
Cuando elegimos a Eden [Dambrine] para interpretar a Léo, inmediatamente noté el parecido y la elegancia natural que ambos tienen en común. Por otra parte, Émilie Dequenne es tremendamente conmovedora en cada actuación que ofrece; irradia gran humanidad y se sumerge por completo en los papeles que interpreta.
En las películas, estamos acostumbrados a ver mujeres llorar y gritar de dolor, pero aquí todo estaba interiorizado. Sentí una conexión con esa madre, y esta era la clave para desbloquear el personaje interpretado por Émilie, quien es experta en expresar emociones fuertes.
Sin embargo, a lo largo de la grabación, le pedí que no mostrara nada, que se guardara todo. Estoy muy orgulloso de esa actuación… Ella me enseñó mucho sobre la dirección de actores, ¡es increíble! Y debido a que comenzó muy joven en la película ‘Rosetta’ (1999), ella sabe lo que se siente ser una joven adolescente en un set de filmación, por lo que fue brillante guiando a nuestros jóvenes actores. Me ayudó muchísimo con la dirección de Eden en las escenas que compartieron, y estoy realmente agradecido con ella por eso.
Llámalo destino o suerte, pero poco después de escribir la primera escena de la película conocí a Eden Dambrine (Léo) en un tren que iba de Amberes a Gante. Estaba charlando con sus compañeros y me di cuenta de que tenía algo increíble, una cualidad agudamente expresiva. Hablé con él y lo invité a la audición. Me reconoció porque fue a la misma escuela de baile que Victor Polster (quien interpretó el papel principal en ‘Girl’).
Conocimos a muchos niños durante el proceso de casting. Seleccionamos a 40 y los hicimos audicionar en parejas. Había algunas combinaciones asombrosas, pero cuando vimos a Eden y Gustav De Waele (Rémi) actuar uno frente al otro, supimos que tenían una conexión especial. Se las arreglaron para sumergirse en la emoción de las escenas; pero luego, rápidamente, podían salir de eso. Eran niños y, sin embargo, abordaron sus roles con madurez.
No, eso vino después. Sin embargo, mi intención era hacer una película que rindiera homenaje a los amigos con quienes había perdido contacto, por mi propia culpa -porque mantuve mi distancia- y sentí como si los hubiera traicionado. Fue un momento confuso, y pensé que era lo mejor que podía hacer. Además, quería hablar sobre la pérdida de un ser querido y la importancia del tiempo que pasamos con los que amamos.
La historia se basa esencialmente en la ruptura de una relación íntima y la consiguiente sensación de responsabilidad y culpa. En algunos aspectos, es el comienzo del viaje hacia la adolescencia. Tenía muchas ganas de hablar de esa pesada carga que llevamos cuando nos sentimos responsables de algo, pero no hablamos de ello.
Acá Léo está lidiando con este sentimiento provocado por la pérdida de una amistad muy cercana que define su identidad. Quería mostrar en pantalla qué es lo que le rompe el corazón.
Mi decisión de llamar a la primera película ‘Girl’ fue una declaración que sentí que tenía que hacer. En cuanto a ‘Close’, era una palabra que aparecía con frecuencia en el libro de la doctora Niobe Way. Se trata de una palabra ineludible, a la hora de describir la íntima relación entre estos dos chicos. Esta intimidad escrutada se convierte en catalizador de los eventos de la cinta.
Cuando perdemos a alguien, tratamos de buscar la intimidad con la persona que se ha ido. Nos vemos arrojados a una especie de discurso filosófico difícil. La palabra evoca con la misma facilidad la noción de estar confinado, de usar una máscara; la incapacidad de ser uno mismo.
La primera propuesta para el título de la película, ‘We Two Boys Together Clinging’, es el título del cuadro de David Hockney inspirado en un poema de Walt Whitman y que representa a la hermandad entre dos hombres. Clinging (Aferrarse, en español) es una palabra particularmente expresiva para el deseo de aferrarse con fuerza a alguien.